Recordar el Holocausto: el lugar de la memoria como eje social

Por Tomás Andreone

A unas cuantas cuadras y estaciones de subte de ETER, sede San Telmo, los alumnos de primer año de Periodismo Deportivo visitaron el Museo del Holocausto. Fueron junto con Hernán Sartori, su docente de Técnicas Gráficas. Guiados por Jano Arias, profesor de Educación Judía en la Escuela ORT Argentina, aprendieron sobre la discriminación sufrida por los judíos y los métodos nazis para marcarlos, aislarlos, y asesinarlos. También, hubo una invitación a reflexionar para ponerle un final al odio hacia el otro.

 

  Al comienzo del recorrido,los estudiantes conocieron a Lea Zajac, sobreviviente de Auschwitz y una de las fundadoras del museo. Por medio de la IA pudieron verla en una pantalla y hacerle preguntas. Sus respuestas dieron a entender las condiciones en las que vivió. Sobre esto, Zajac dijo: “Uno devoraba el pan ni bien lo recibía. Toda la semana esperábamos por tres papitas”, dijo, y agregó: “Ya sabíamos lo que era la cámara de gas. No quería morir así. Por eso aguantaba”.

 

  En otra parte del recorrido se habló de los prejuicios contra los judíos a lo largo de la historia. “Se los acusó de secuestrar chicos para tomar su sangre”, contó Jano Arias. La discriminación llegó a Alemania: se los inculpó de la derrota en la Primera Guerra Mundial. La población sabía lo que pensaba Adolf Hitler de ellos, pero votó por su plan económico. Al año de asumir, su poder era total. 



Los estudiantes vieron cómo se hacían propagandas y leyes para aislar a los judíos del resto de la sociedad. A fines de los años 30, se intensificó la persecución, y Alemania empezó a conquistar otros países, por lo que muchos de los que habían escapado volvieron a correr peligro. Se los encerró en guetos, en los que vivían en pésimas condiciones. “Podía haber cuatro familias en un hogar. Los alimentos no bastaban y muchos empezaron a enfermarse”, señaló el guía. Lo más duro fue cuando aprendieron como asesinaban los judíos, desde los fusilamientos hasta las caminatas de la muerte, pasando por las intoxicaciones en cámaras de gas. A la Argentina llegaron sobrevivientes, como también criminales de guerra. Entre ellos Josef Mengele, Erich Priebke y Adolf Eichmann. Pudieron verse fotos del último en Tucumán. 



Lo siguiente fue lo más emotivo. Jano Arias les señaló los nombres que iban apareciendo en una pared. Sus letras se fueron separando para formar una frase: “Seis millones de víctimas, seis millones de nombres. Para volver a leer uno de ellos deberás esperar 730 días”. No tiene límites la tragedia que puede causar la discriminación. Por eso la visita finalizó con un espejo en el que aparecía una reflexión: “Quien salva una vida, salva al mundo entero”. Como dijo el guía: “Enfrentamos a la discriminación todos los días. Si ven una de estas situaciones, traten de intervenir”.



El curso fue acompañado por David Sznajderhaus, vicepresidente tercero de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. Su madre estuvo en el campo de concentración de Stutthof y su padre, que vivía en la zona polaca ocupada por la Unión Soviética, fue reclutado por el ejército. “El mundo debe ser más tolerante. Creo que esa es la razón más importante para mantener la memoria. Y, por supuesto, por respeto al pueblo judío”, señaló. Lo que dijo el docente del curso, sirve para entender que un periodista deportivo no solo abarca al deporte: Sobre esto, Hernán Sartori señaló: “Muchos de los discursos de odio se dan en espacios deportivos. Nos vamos distintos, con mucho para reflexionar y para no reproducir la discriminación”.



*  Por Tomás Andreone (@tomasandreone_), estudiante de 2° año de Periodismo Deportivo.